Un entorno de trabajo seguro y respetuoso no es solo una exigencia legal: es la base del bienestar y el rendimiento. El protocolo frente al acoso laboral y sexual define cómo prevenir, detectar y actuar ante conductas que vulneren la dignidad de las personas trabajadoras, evitando situaciones de hostilidad, intimidación o discriminación.
Su implantación refuerza la cultura corporativa, protege a la organización frente a riesgos legales y reputacionales y ofrece confianza a la plantilla mediante garantías claras de confidencialidad, imparcialidad y no represalia.
El sistema debe incluir: canal de denuncias accesible, instrucciones de uso y plazos; comité o persona instructora con formación específica; procedimiento de investigación con recogida de evidencias y audiencia de partes; medidas cautelares y plan de seguimiento. Todo ello con documentación trazable y protección de datos adecuada.
La prevención se apoya en formación periódica (qué es y qué no es acoso, conductas prohibidas, vías de ayuda), comunicación interna constante y un código de conducta que marque límites claros. Así se reducen los conflictos, se actúa con rapidez y se asegura seguridad jurídica.